Al igual que en nuestra etapa adulta, el comportamiento y la salud mental de los niños puede verse afectado ante la falta o exceso de sueño en momentos claves del día. El insomnio infantil es más común de lo que parece y hoy te explicamos todo lo que debes saber acerca de este y otros trastornos de sueño infantiles.
A medida que crecemos, nuestra necesidad de sueño varía, estabilizándose en un rango de 8 a 12 horas a partir de los 13 años hasta etapas ya muy adultas. Los bebés de 4 a 12 meses, por ejemplo, tienen la necesidad de dormir alrededor de 12 a 16 horas, incluidas las siestas.
Detectar problemas de sueño en los niños es relativamente sencillo, ya que en ellos se muestra un cambio repentino de ánimo. Si tu hijo a menudo parece ser irritable, desconcentrado, demasiado emocional o somnoliento quizás la respuesta esté en que está pasando por uno de los trastornos de sueño infantiles.
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Causas de los trastornos de sueño infantiles
A menudo dejamos pasar conductas con las que nuestros hijos nos comunican ciertos problemas. En el caso del sueño, es común que nos encontremos con diferentes razones para que nuestro hijo no pueda dormir, entre las que destacamos:
- Estrés
Si, nuestros hijos pueden experimentar sentimientos de angustia o de estrés relacionados al colegio o a sus relaciones personales. Por ejemplo, es común que un niño sea intimidado por otro, que se vea afectado por una pelea entre sus padres o que le cueste adaptarse a un nuevo entorno, lo que puede ocasionar noches en las que se le dificulte dormir.
- Cafeína
Tomar refrescos o bebidas energéticas pueden darle una dosis de actividad al niño que puede resultar contraproducente. Lo ideal es limitar el consumo de estas bebidas tanto como sea posible, siendo la hora del almuerzo el momento límite de consumo.
- Factores ambientales
El exceso de ruido, calor, frío o luz en el dormitorio puede interferir con el sueño. Lo ideal es organizar el dormitorio de una manera amigable y acompañarlo con un colchón cómodo.
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Estos síntomas a menudo ocasionan la aparición de diferentes tipos de trastornos como las pesadillas, los terrores nocturnos y el insomnio.
Pesadillas
Cuando los niños entran a una edad preescolar, es común que aparezcan miedos como el que se genera ante la oscuridad. La imaginación en esta etapa de la vida está en pleno apogeo, lo que mezclado a programas de televisión o historias intensas pueden generar pesadillas.
Por lo general las pesadillas responden a un conflicto que el menor trata de resolver, lo cual genera que se le manifieste en sueños. Los cambios de residencia, un nuevo bebé o problemas académicos suelen ser fuente de pesadillas que interrumpan el sueño durante la noche.
Lo ideal en estos casos es hablar con nuestro hijo para que se desahogue o dejarle claro que algo que vio en televisión no es real.
Si el problema es el miedo a la oscuridad, quizás una luz tenue en la habitación durante la noche le brinde la seguridad necesaria para dormir plácidamente.
Terrores Nocturnos
Las pesadillas pueden ser más que una mala noche. Si el niño revolotea, grita en apuros, respira fuerte, transpira o lo encuentras sentado en la cama quizás sea momento de prestarle atención.
Sin embargo, no te preocupes, un terror nocturno no es sinónimo de un problema psicológico o médico. La respuesta más acertada puede ser que esté pasando por un periodo de mucho estrés.
Si el terror nocturno se mezcla con sonambulismo, lo ideal es guiar a la persona hacia la cama nuevamente. Estas pueden calmarse con una palmada leve en la espalda o apretando un poco la mano. Ante el primer episodio de terror nocturno lo ideal es asegurarnos que el entorno sea seguro y que no haya posibilidad de que la persona pueda salir fácilmente del hogar.
Enuresis (Mojar la cama)
Aunque el uso del baño ya sea común para ellos, algunos niños pueden tener problemas para controlar su vejiga durante la noche. Lo ideal en estos casos es no ser intrusivo con el niño, ya que puede tornarse en un episodio de estrés excesivo.
Los trastornos de sueño infantiles como la enuresis pueden ocasionarse por una falta en el desarrollo de la vejiga, como respuesta al estrés, un sueño muy pesado o como consecuencia de otros problemas como el estreñimiento.
Con el fin de que esto no trascienda en una inseguridad para el niño, lo ideal es ayudarlo a sobrellevar la situación. Para esto, es importante mantener una cubierta de plástico sobre el colchón, establecer recompensas por lograr “noches secas” y evitar el consumo de líquidos antes de dormir.
Trastorno conductual del sueño
El trastorno de sueño más común en niños y adolescentes es el insomnio, el cual frecuentemente es del tipo conductual. El insomnio conductual se caracteriza por una dificultad al momento de conciliar el sueño, lo que produce que el descanso sea pobre y de una duración corta.
El insomnio conductual puede ser de dos tipos: establecimiento de límites o por asociación de inicio del sueño. En ambos casos el mejor tratamiento es una educación hacia los padres, con el fin que estos entren en sintonía con el desarrollo de sus hijos a lo largo del día, lo que facilitará un buen descanso durante la noche.
El primer gran paso, tanto para padres como para adultos, será tener una buena higiene del sueño.
Establecimiento de límites
Este fenómeno se relaciona al momento en que el niño entra en una etapa de rebeldía, el cual puede ser desde una discusión hasta negarse a dormir.
Es común que el niño al momento de desafiar a sus padres imponga una actitud de rechazo ante la orden de acostarse a la hora estipulada. También se presenta cuando el hijo realiza una cantidad exagerada de solicitudes a su padre para retrasar el momento del sueño, como pedir agua o que les narren “un cuento más”.
Algunos tratamientos para evitar establecimiento de límites
- Crear rutinas de actividades relajantes antes de la hora de ir a dormir. Aquí puede estar una almohada especial para bebes/niños, un baño relajante, ponerse los pijamas y cepillarse los dientes.
- Crear un ambiente propicio para el descanso del menor que incluya frescura, oscuridad y tranquilidad.
- Elegir actividades que no impliquen pantallas electrónicas antes de dormir, como puede ser el leer un libro.
- No cumplir con las demandas del pequeño. Es importante establecer tiempos para las actividades que deben ser respetados.
- Mantener los horarios de sueño incluso los fines de semana.
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Asociación de inicio del sueño
Este está asociado a bebés y niños pequeños. Este trastorno del sueño va ligado a malos hábitos, ya que el niño asocia el momento de dormir con una actividad que resulta necesaria para conciliar el sueño.
Por ejemplo, un niño que no pueda dormir sin que el padre le cuente un cuento o ser acurrucado. Este trastorno se magnifica al momento que el niño se despierta en medio de la noche y no recibe esta atención para volver a dormir.
Algunos tratamientos para evitar la asociación de inicio de sueño
- Aunque suene cruel, quizás lo mejor deba ser que por un periodo de tiempo los niños no acudan inmediatamente al sueño del bebé cuando este se despierte. Esto le enseñará a calmarse y volver a dormir sin la necesidad de estímulos.
- Si el niño llora más allá del tiempo establecido por sus padres para no actuar, es el momento de intervenir y conciliar. Sin embargo, la interacción física con el pequeño debe verse reducida al mínimo.
- Algunos padres, gracias al sentimiento de culpa, deciden utilizar este método escalado (una noche sí, una noche no). Esto no es recomendable, ya que puede reforzar la insistencia del niño por atención o tener efectos adversos en la relación padre-hijo.
¿Has sufrido en tu hogar de alguno de estos trastornos de sueño? ¡Te leemos!